En un inicio empieza como un video casero donde un amigo, le cuenta la historia de que caminando por las calles de París, un desconocido creyó que Joachim era un soldado que murió en Bosnia el 21 de agosto de 1983 llamado Zohan, fecha que es igual al nacimiento de Joachim. Él está vislumbrando una posible reencarnación de ese soldado, así que, decide viajar a Sarajevo con sus amigas, donde se pueda documentar la realidad de este hecho. Este es el comienzo de esta película, la cual con una de las primeras escenas, un tanto impactantes, te llevan a creer que es una realidad y que necesita ser justificado.
Una película dirigida por Aude Léa Rapin, que te lleva por las calles de Sarajevo en esta búsqueda que parece casi imposible, ya que en un momento de comedia, los mexicanos podemos sentirnos identificados con que a todos los pongan “Zohan” en ese país, así como en México se suele decir del nombre “Juan”. Este hecho te lleva a pensar que será una búsqueda complicada, al mismo tiempo en que Alice, con una excelente interpretación por Adèle Haenel, vuelve a tener recuerdos de lo que alguna vez estuvo investigando en esa ciudad sobre la guerra y sus consecuencias.
Grabada con un estilo documental, aunque a momentos parece real, el hablar de la reencarnación de una manera subjetiva y a la vez tan real y orgánica, hace que la veas como un drama realístico y a la vez recuerdes que tiene un toque de de ciencia ficción, donde la propia construcción de los personajes, busca la transmisión de un mensaje desde lo sucedido en la guerra y la desolación de la pérdida de las personas más queridas.
Es aquí donde la frase que mencionan empieza hacer resonancia: “¿Te la pasarás filmando a los muertos? o ¿Cuándo grabarás a los vivos?”, lo que te hace pensar hoy en día, pasamos más tiempo metidos en las redes sociales, viviendo la vida de las demás personas y cuántas veces volteamos a ver lo que estamos viviendo a cada momento y que hace que valga la pena la vida.
Hablar de la muerte suele ser un tema un tanto complicado, pero la película lo maneja de una manera que no acaba de caer en un drama, pero que tiene un cambio en la historia que te hace comprender el motivo principal de querer pertenecer en este mundo, de buscar hasta el motivo más descabellado posible para poder lograrlo o tal vez, no tan descabellado, sino un tanto realista, al grado de hacerlo película y quede plasmado para la eternidad.
Una película que a momentos lleva un ritmo lento, pero que te ayuda a comprender que existen diferentes tipos de duelo que las personas viven, de las que vivieron en esa ciudad y que hoy en día, hace una resonancia con lo que estamos viviendo con la pandemia, donde por la necesidad de mantener vivos a las personas que más queremos, haremos hasta lo necesario. Recorrer las calles de Sarajevo con ellos, logró despertar en mí la curiosidad de un país al que no había volteado a ver, así como disfrutar la actuación de Adèle, que desde a Portrait of a Lady on Fire, se ha convertido en un artista a seguir.
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